// 24.02.2023 - 21.05.2023 / Sala CUB2

PANTA REI

Lucía Morate Benito


TODO FLUYE

Todo es paisaje en Panta rei, el río, la montañas, el cielo, el cuerpo. La naturaleza fluye eternamente, y nosotros pertenecemos a esa eternidad cósmica, como las aves, las algas del río y las piedras pequeñas y ligeras.

Todo fluye -Panta rei- es el concepto del devenir introducido por Heráclito en el siglo VI a. C.

Un devenir que es puro fluir, sujeto a la ley de la medida que regula el ciclo incesante de alumbramiento y muerte, el continuo tránsito de la oscuridad a la luz, de un mundo no creado por los dioses.

El río que fluye es lo eternamente cambiante, la identidad transitoria, lo inestable, lo que no permanece nunca igual, ese decir del filósofo melancólico “no podrás sumergirte dos veces en el mismo río”.

Y ese fluir es el vivir y causa heridas del alma que se graban en la piel, en las rocas, en las ondas del agua y nos remiten al pasado de otros paisajes habitados, de otros cuerpos que perdieron las alas, a un ligero caminar sobre las aguas.

Las cicatrices de la piel son huellas de helecho grabadas en la piedra, fósiles que almacenan tiempo, una percepción del mortal en cuanto que mortal.

Para el fotógrafo japonés Hiroshi Sugimoto los fósiles son la metáfora del poso del paso del tiempo sobre las cosas. Un tiempo geológico, “un tiempo profundo” como dice Nicholas Mirzoeff en Cómo ver el mundo, frente al que la vida biológica es un breve pasar en el fluir de un río. Los fósiles, como las fotografías, son “grabadoras del tiempo”.

Descifrando las líneas de la mano podemos leer las vetas de la piedra , los lunares y marcas de la piel como constelaciones, las grietas de la tierra como sexos femeninos y el vello como las algas que se mecen bajo el agua.

El vuelo de los pájaros despliega el universo y el rayo, símbolo del fuego como principio vital, se convierte en tierra y agua, transita por la cosmogonía de Lucía Morate enlazando lo orgánico y lo mineral.

En los relatos míticos nacimos como seres de barro moldeados por dioses alfareros que amalgamaron la tierra, el agua y su sangre antes de que las cosas tuvieran nombre.

Lo que vemos es un mundo surgiendo del magma primigenio. En el principio las rocas y la piel contenían los mismos enigmas. El tiempo y las aguas fueron modelando las formas que hoy reconocemos como partes inseparables de nuestros cuerpos.

Carmen Dalmau. Noviembre 2020

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