Esta exposición está vertebrada en torno a una pieza videográfica homónima que reflexiona sobre algunos aspectos de la teoría del sujeto desarrollada por Jacques Lacan. La pieza y, consecuentemente, la exposición, se aproxima a cuestiones tales como el reconocimiento y disolución de la identidad, la oposición al dogma cartesiano y el aislamiento del deseo puro. La exposición está integrada por fotografías en blanco y negro, piezas videográficas, objetos encontrados y una escultura/instalación. Cada pieza se conecta con las restantes, y completa y modifica su significado en presencia del conjunto. La contaminación y la diseminación se utilizan como medio para crear sentido.
Lacan establece que la metonimia es uno de los dos procesos psíquicos que emplea el inconsciente para manifestarse. En un sentido clásico, la metonimia significa la presencia del fragmento que asume la representación del todo, la conexión de la parte con el todo. Este principio confiere estructura a la exposición. Para Lacan, la primera identificación ante el espejo es clave para la formación del yo, es la primera de una serie de identificaciones que vendrán posteriormente e irán configurando el yo del ser humano. La obra que compone la exposición recurre, asimismo, a los juegos de espejos para referirse a la asimilación de la identidad del sujeto y a la diferenciación que Lacan establece entre el sujeto que piensa y el sujeto que es, en relación a la conocida frase de Descartes en el Discurso del Método “pienso, luego existo”.