// 05.09.2007 - 28.09.2007 / Sala ALTAMIRA

LA HABANA: MIRADAS

José Mario Bienes Rodríguez


La Habana no es únicamente la capital de Cuba, constituye una de las ciudades con más encanto y belleza de América, de esa América de la lengua de Cervantes, formando parte del conjunto colonial más rico de Latinoamérica.

La Habana Vieja, junto a sus otros barrios como Vedado, Miramar, Centro Habana y Malecón, son los rincones que para cualquier visitante resulta imprescindible explorar. Sus amplias avenidas, sus bulevares, casas coloniales, estrechas calles y su arquitectura deja sin duda mella en el recuerdo de quien lo admira. Pero La Habana no es sólo edificios y calles con deterioro, un paréntesis en el tiempo, un reloj que transcurre muy lentamente y que refleja las horas del ayer; La Habana es un museo viviente de un pasado de riqueza, de esplendor económico a donde muchos españoles emigraron en busca de mejor fortuna y de un futuro más esperanzador.

Hoy muchos cubanos, testigos de ese ayer que ya no ha vuelto, e inmersos en una realidad muy distinta, siguen adelante con su vida cotidiana, con esfuerzo e ilusiones, animados por el triunfo de una Revolución, por defender sus ideales, por su lucha diaria y ansias de mejores momentos venideros. En cambio, muchos otros tienen su mirada puesta fuera de su patria con la esperanza de una vida mejor.

“La Habana: miradas” es una visión particular de esa vida del ciudadano de La Habana, de cómo transcurre en sus distintos estadios: infancia, madurez y vejez, dentro de una situación económica, política y social característica. Centra su atención en esa mirada expresiva, llena de vida, de riqueza interior, de alegría, de incertidumbre, de pena o de temor.

El visitante encuentra en el cubano una trato exquisito, muy educado y servicial, alentado por un idioma que te hace sentir formar parte de una misma sociedad, de una misma familia o de unas mismas raíces. Las conversaciones surgen fácilmente y versan sobre la procedencia de cada viajero, la situación de familias emigradas o las propias dificultades para seguir adelante día a día, finalizando comúnmente con una petición de ayuda. Es muchas veces dentro de este juego dialéctico donde surge esa expresividad de los rostros que enriquece la comunicación, mientras que en otras situaciones, es la propia espontaneidad del ciudadano quien ofrece su mirada de manera gratuita sin mediar palabra alguna.

Estas magníficas imágenes que Mario nos presenta, son como un reflejo de lo que podemos ver en La Habana de hoy. Hechas con un cuidado esmerado, profesional y pulcro; con sensibilidad y respeto con el entorno y sus gentes, ha sabido realizar con maestría y destreza, desde la toma hasta el acabado final, utilizando la fotografía para traernos estas miradas como un recuerdo inolvidable de sus viajes a La Habana.

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