Esta exposición pretender ser una reivindicación de la obra como industria, como lugar donde se hace realidad lo que hasta entonces sólo ha sido posible pensado; donde se produce la fabricación de la arquitectura.
Es, a su vez, una evidencia del saber compartido. De la convicción de que éste sólo se produce como cruce de saberes y que el trasvase de conocimientos es el camino primordial para la construcción de lo común. De que toda arquitectura es un hecho colectivo y que por tanto no es de autor; ninguna obra nos pertenece.
El conjunto de obras aquí mostrado, desarrollado a lo largo de treinta años, mues¬tra un recorrido cuyo árbol genealógico sería imposible dibujar. Un número in¬contable de profesionales, industriales, técnicos y operarios de todo tipo de oficios y capacitación han estado ahí desde el principio —en la industria, la obra o el taller— contribuyendo a darles forma; a fabricarlas. Esta muestra quiere ser un reconocimiento agradecido a todos ellos.
Y es también un elogio a la formación politécnica como compendio de saberes necesarios para acometer no sólo la materialización, sino el propio pensamiento de la arquitectura. Y una reflexión sobre si existe posibilidad de pensar con claridad más allá de donde tienes una firme intuición de lo que las cosas pudieran llegar a ser. Por eso la importancia del conocimiento técnico, y por ello siempre mejor resolver que diseñar y descubrir que inventar; pues es en la insistencia y la revisión donde surge lo nuevo.