La presente exposición recoge una selección de obras realizadas en diferentes soportes y medios, como son el vídeo, la fotografía, la escultura y la instalación multimedia e interactiva, cuyo hilo conductor es una aproximación a las nociones de tiempo y espacio modulada a través de claves estéticas heterogéneas.
En el marco del arte contemporáneo, una vez superados los debates en torno a los problemas de la representación, la estructura espacio-temporal ha sido objeto de análisis y transformación. Espacio y tiempo constituyen dimensiones inseparables que proporcionan un marco discursivo en el que se han debatido muchas de las convulsiones de la práctica artística de las últimas décadas. La noción de espacio se ha politizado infiltrándose en múltiples escenarios como la cartografía, lo tecnológico, la ciudad, el territorio, el mapa, el lugar, el paisaje, la naturaleza o el cuerpo. La espacialidad más allá de su consideración en términos puramente formales se ha configurado en una noción expandida en términos contextuales. A su vez, tras el fracaso de la noción ilustrada de progreso, nos enfrentamos al hecho de que el después y el ahora, como momentos que creíamos atados en una inevitable secuencia, ya no avanzan en línea recta sino que se entremezclan de forma imprevisible y desobediente el uno con el otro. Por ello han colapsado las narrativas descriptivas y lineales impulsando al arte a la construcción de un conglomerado de tiempos anacrónicos. Tiempo plural que, en cada espacio y en cada momento, se experimenta en sus distintos modos de afectar al presente.
Jesús Segura, en su instalación de vídeo, construye un tiempo narrativo dislineal alterando los códigos de representación en su orden causal y monocrónico, mientras que Gonzalo Puch juega con las posibilidades de fricción y ficción entre las imágenes para crear estratos de ritmos y tiempos divergentes, heterocrónicos. En la escultura interactiva de Moisés Mañas el tiempo se materializa en forma de sonidos que se expanden por una estructura espacial en función de los momentos de ausencia y presencia del espectador. De una manera más analítica, a modo de un ensayo visual, Alex Arteaga deconstruye la geometría del espacio arquitectónico del MUA para revelarlo a través de una experiencia estética y cognitiva de tiempo abierto e indefinido. En sus imágenes fotográficas Toni Simó plantea la modificación del estatuto espacial de un lugar –las playas de Benidorm– y cómo el despliegue de tiempos ramificados nos pueden descubrir otras funcionalidades del espacio. La instalación de la artista Paz Tornero se concibe como un análisis de los espacios tecnocientíficos de la investigación biológica con la intención de visualizar y producir un campo expandido del conocimiento sobre la contemporaneidad. Por último, los collages de Alberto Feijóo, que se articulan sobre una concepción objetual y performativa de la imagen fotográfica, reactiva fuerzas y temporalidades estratificadas procedentes de los diferentes contextos originales de intervención con la fotografía.