La Sala Sempere del MUA acoge en primicia una selección de la última etapa de la producción artística de José Gallego (Cosío, 1953), consistente en un conjunto de esculturas en escayola y de dibujos surgidos pausada y reflexivamente en su taller a partir de la cita exacta con la luz y la materia. Esta obra reciente del prestigioso pintor cántabro afincado en Elche desde hace más de treinta años no supone un giro coyuntural en su trayectoria, sino el desarrollo lógico de un discurso creativo –espiritual e intuitivo más que racional o calculado– que transmite su asombro poético ante la naturaleza. Estamos ante unas piezas blancas y sencillas, reticentes en su expresividad, que ocupan un espacio real y no necesitan de los artificios perceptivos y representacionales de la pintura, pero que acaban transformándose, también, en deslumbrantes metáforas para el espectador.
José Gallego pertenece a esa generación de artistas que en las últimas décadas resplandeció con unas sorprendentes propuestas pictóricas y unas evocadoras imágenes entre la abstracción y la figuración. Ahora, mediante la acción de sus manos y unas lijas sobre la materia inerte, da rienda suelta a lo intuible hasta crear unos conjuntos escultóricos cuya simplicidad no es tanto valedora de un conocimiento de lo complejo como de lo originario. El artista indaga sobre el paisaje –un esquema de bosques, ríos y almiares– y su confluencia con la nostalgia, esconde la ensoñación y el misterio en unos estuches a modo de máscaras sin ojos ni palabras, cuestiona el cometido primigenio de vainas y semillas del huerto cercano, convierte la aureola de unos escuetos bodegones en pretexto para la conversación entre amigos o ensaya pequeños espacios alegóricos para la gratitud y la dádiva. Un arte volcado hacia la naturaleza y su arché poético. Un arte sensible y luminoso. Esta muestra nos quiere transmitir también, gracias al tratamiento del espacio expositivo en el MUA y al audiovisual realizado por el Taller de Imagen, la atmósfera creativa y el recogimiento con que el autor ha concebido esta obra en su casa-estudio de la partida de Valverde.
José Piqueras y Enric Mira