Fue una genetista. Realizó contribuciones fundamentales en el campo de la genética y fue pionera en la identificación de los cromosomas sexuales. En 1905, mientras trabajaba en el Bryn Mawr College en Pensilvania, realizó una serie de experimentos con escarabajos de harina para estudiar la herencia de ciertos rasgos. Observó que la diferencia en los patrones de herencia estaba relacionada con la presencia de cromosomas sexuales, y en 1906, publicó sus conclusiones en un artículo titulado 'Studies in permatogenesis', donde postuló la teoría de que la determinación del sexo estaba vinculada a la presencia de cromosomas X y Y. A pesar de este enorme descubrimiento, otro genetista quien había inspirado parte del trabajo de Stevens, Edmund B. Wilson, publicó ese mismo año un estudio con resultados similares a los de Stevens. Durante años la historia le otorgó a Wilson el papel central en la relación cromosoma sexo, hasta que alguien se dio cuenta que en su publicación citaba los resultados de Stevens como similares a los suyos.
Aunque su vida fue corta, su legado en la genética es significativo y ha sido reconocido en la historia de la ciencia.
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